Saber parar, vivir más despacio

Vivir más despacio favorece el autocuidado y el autoconocimiento.

Las prisas, el acelere, el estrés… producen gran dispersión y múltiples malestares.

Incluso pueden ocasionar, con el tiempo, enfermedades que afectan a la salud mental y física.

Saber parar, es vital para nuestro bienestar interior:

«Paro, respiro profundo, me voy calmando.

Bajo el ritmo. Procuro vivir más lento y tranquilo.

Busco un punto medio entre tiempos de descanso y tiempos de actividad. 

Priorizo lo verdaderamente importante.

Aprendo a vivir más lento y tranquilo.

A lo largo del día dedico al menos 10-15 minutos a parar. Hago unas respiraciones conscientes y conecto con mi esencia para calmar y así vivir más lento y tranquilo».

Si ponemos en práctica estas acciones favorecemos un tiempo y espacio para escucharnos, cuidarnos y calmarnos. 

Observarnos y escucharnos hace que nos conozcamos más. 

Bajar el ritmo, dedicar tiempo al autocuidado (físico, mental, emocional y social) va a hacer que nos sintamos mejor y mejor.

Poco a poco, paso a paso. Todo lleva su ritmo y proceso natural.

La práctica  de Mindfulness nos ayuda enormemente a vivir más centrados, a bajar el ritmo, a sentir mayor paz, calma y serenidad. Disfrutamos las acciones cotidianas, las pequeñas cosas, lo sencillo y natural… aprendiendo a discernir lo importante de lo que no lo es tanto. Vivimos en conexión con nuestra esencia, la parte más auténtica y real que somos.