Padres-colegas y Profesores-colegas
Haciendo un ejercicio de honestidad, podemos ver y reconocer, como venimos señalando en artículos anteriores, que en los últimos tiempos todo ha dado un giro brutal. A veces no para bien. Observamos:
–Gran confusión de roles entre padres y profesores; corresponde a los padres educar y, a priori, a los profesores enseñar una materia (y reforzar los valores que han de venir de casa).
–Existen lo que llamo: padres-PADRES y padres-colegas.
-Se pueden ver: profesores-PROFESORES y profesores-colegas.
Muchos adultos en la actualidad son colegas de los niños y adolescentes. Es un error, con serias consecuencias, pues si todos somos colegas de todos, los niños y adolescentes quedan sin referencias, sin modelos a seguir de coherencia. Por supuesto, hay que ser dialogantes, cariñosos, educando y enseñando desde el respeto, mas un padre no ha de ser un colega del hijo ni un profesor ha de ser colega del alumno. Los adultos, en general, hemos de ser modelos de referencia, no colegas. Mostrar madurez, responsabilidad, coherencia, les da estabilidad. A veces es muy necesario la firmeza.
Ha de haber un respeto hacia el padre-madre, un respeto hacia el profesor-profesora. He visto y oído, muchas más veces de las que hubiera querido, frases del tipo; ¿Qué pasa tío?, ¿Qué pasa tía? Para dirigirse padres a hijos o viceversa, e igualmente entre profesores-alumnos. También, por ejemplo, padres decir a sus hij@s “me tienes hasta la p…” expresiones que, después, utilizan como natural en casa y en las aulas.
Breves ejemplos de innumerables que se podrían detallar y analizar pero, ahora, lo importante es hacernos conscientes de:
Cómo hablamos a niños y adolescentes. Cómo educamos (los padres) y enseñamos (los profesores en las aulas). El respeto mutuo entre todos es fundamental.
Están aumentando los casos de profesores colegas. Quedan por whatsapp, se siguen por Instagram… interactúan por todo tipo de redes sociales, como si de otro colega más se tratase… Así, los niños y adolescentes están creciendo perdidos, confundidos… (por esto, y otras razones).
En una ocasión que fui al cine, al salir, un grupo de niños estaban comportándose como salvajes y, la madre, de repente les chilló; “desde luego, no se qué leches os están enseñando en la escuela” (Digo “leches” por decir suavemente el término empleado por la madre, el cual fue bastante más inapropiado para hablar a niños). Me impactó oírlo. Hay bastante confusión al respecto pues; la educación principal ha de venir de casa, de la familia. Educar en valores es primordial.
Claro está que, además, la escuela ha de reforzar dichos valores pero no olvidemos que la finalidad principal de los profesor@s es impartir una materia. Por supuesto que hemos de ser también ejemplo a seguir, modelos en valores y educación pero, insisto, la educación principal ha de inculcarse en casa, desde los primeros años.
Se hace imprescindible tener claro la función de cada uno; PADRES EDUCAR, PROFESORES ENSEÑAR Y REFORZAR LOS VALORES. Siendo todos colegas de todos, la confusión y el caos se multiplica entre los más pequeños y jóvenes.
Educar y Enseñar también implica regañar cuando es necesario. A veces, cuando ya se ha dialogado todo lo que había que dialogar, no queda otra opción que ser firmes y hacer cumplir las normas de convivencia, por el bien de todos (obviamente normas lógicas). Son los niñ@s y adolescentes quienes han de dejarse guiar, y no es nada lógico que los pequeños impongan sus decisiones a los adultos, lo cual se puede ver de continuo. En muchas casas parecen ser los líderes y dirigentes del hogar, adaptándose los padres por completo a las decisiones caprichosas de sus hij@s. Se les está dando un poder que aún no les corresponde por la falta de criterio e inmadurez propia de la edad.
Algo que también hay que tener en cuenta es que, tal como funciona la sociedad actual, la mayoría de los padres y madres trabajan. Muchos niños pasan a ser cuidados por los abuelos, los cuales, tienden más a malcriar (como buenos abuelos que son). Insisto, es a los padres a quienes corresponde educar (y no también malcriar). Si bien, los adultos en general deberíamos tener claro y muy en cuenta que, cuando no educamos, sino que somos consentidores de todo lo que los niñ@s piden y quieren en cada momento, estamos potenciando que se conviertan en niños caprichosos y niños tiranos, sin ningún tipo de educación ni respeto, con consecuencias graves a nivel individual (para ese niñ@) ocasionando serios problemas de convivencia, especialmente durante la adolescencia. Después, muchos continúan siendo eternos adolescentes, sin responsabilidad, coherencia ni madurez… ocasionando mucha desarmonía en cualquier tipo de relación y convivencia, provocando problemas serios a nivel individual, familiar y social.
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